Año para el olvido
Hay equipos que logran conquistar todos
los trofeos en una temporada, como el triplete del Inter (2010), Bayern (2013),
Manchester United (1999); o el sextete del Barcelona (2009). Sin embargo,
Michael Ballack, en el Bayer Leverkusen, fue segundo en la Bundesliga, y
finalista de copa, Champions y Mundial con su selección; todo en 2002. Los
cuatro objetivos más importantes del año se le escaparon de las manos en tan
solo unos meses, después de haberlos tenido a su alcance y ser decisivo en las
últimas instancias. Este es el año que Ballack pudo ser Balón de Oro, pero sus
caídas en el último tramo le negaron aquel premio.
A principios de abril (2002), el
Leverkusen se posicionaba de primero en la Bundesliga, luego de superar la
segunda fase de grupos en la Champions League.
Ballack, que jugaba como volante central
en ese esquema, era fundamental en la gran campaña que atravesó el Bayer, vivo
en todos los torneos, con buenas posibilidades de extender su palmarés. El
09/04, en la vuelta de los cuartos de final frente al Liverpool, marcó un
doblete en el 4-2 y avanzaron de ronda. Revirtieron el resultado de la ida,
1-0.
Cuatro días después, empataron contra el
Hamburgo en Alemania, aunque su perseguidor en la tabla, el Borussia Dortmund,
tampoco había podido sumar tres puntos. En ese partido, empezó a demostrarse
que el Leverkusen no parecía tener suficiente gasolina para pelear todas las
competencias.
Pasó una semana para recuperarse, y
cayeron con el Werder Bremen 1-2, achicaron la diferencia con el Dortmund.
Michael Ballack se ganó el apodo del
“Kaiser”, por su determinación en el centro del campo, a pesar de ser el hombre
más retrasado en el medio, tenía llegada al área y un gran juego aéreo, que le
permitía sumarse al ataque con regularidad. De hecho, fue el máximo goleador
del equipo y el tercero en toda la liga, con 17 tantos.
Después de ser clave en la remontada
contra los Reds, se enfrentó al temido Manchester United de Ferguson, volvió a
poner su sello en el partido de ida con un gol que empató el marcador, terminó
2-2. En la vuelta, mantuvieron un 1-1 y clasificaron a la final por gol de
visitante.
Mientras todo iba perfecto en Champions,
descuidaron el torneo local. El partido de por medio, entre los jugados con el
gigante inglés, fue en la visita al Nuremberg. Concentrados en la llave con el
United, perdieron contra el recién ascendido 1-0 en la penúltima fecha del
campeonato, y permitieron que el Dortmund los adelantara. Ahí se fueron en
picada.
Ganaron el último juego, pero no sirvió de
nada, ya que el Dortmund hizo lo mismo y levantó la Meisterschale.
Con la Bundesliga perdida, quedaban dos
finales por disputar. La Copa Alemana, contra el Schalke 04; y la Champions
League, frente al Real Madrid.
Siete días para preparar el final de
temporada, que definiría si fue un año de éxitos o de derrotas.
Contra el Schalke, perdieron 4-2. Cuatro
días después, en Glasgow, fue 2-1 con el merengue y esa volea de Zidane.
Así nomás, pasó de ganar un triplete
histórico, a quedar en la nada. Aún le faltaba una decepción ese año.
Su alto rendimiento lo llevó a ser titular
indiscutido en la selección alemana y viajó a Corea y Japón 2002. Jugó un poco más adelantado de lo habitual,
por su eficacia en los últimos metros. Alemania superó la fase de grupos, en la
que el “13” se estrenó en la Copa del Mundo con un tanto en el 8-0 a Arabia
Saudita, y volvió a imponer su poderío ofensivo cuando en cuartos de final,
frente a Paraguay, marcó el 1-0 definitorio. Hizo lo mismo en semifinales, ante
Corea del Sur, pero una tarjeta amarilla no lo dejó disputar la final, por
acumulación. Desde la grada, vio el doblete de Ronaldo y como Brasil le negó la
oportunidad de alzar la copa. Oliver Neuville fue el único que compartió club y selección con el "Kaiser" en esas derrotas.
En esa temporada, fue premiado como el
mejor futbolista alemán, el mediocampista de la UEFA, y estuvo en el equipo
ideal de la Champions como del Mundial. Distinciones individuales vacías tras
perderlo todo con el Leverkusen y Alemania.
En su trayectoria se sacó la espina de los
torneos nacionales con el Bayern Múnich, pero con el Chelsea, volvió a perder
una final de Champions en 2008 contra el United. Más allá de eso conquistó
todos los títulos en Inglaterra.
Paolo Maldini se reconoce como el mayor
perdedor de la historia en el fútbol, por la cantidad de finales en las que no
vio la victoria, sin embargo, alcanzó todos los logros que alguna vez tuvo en su
posibilidad. Ballack nunca consiguió un título internacional y en un mismo año,
lo perdió todo.
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